El 11 de marzo de 2018 la selección española saltó al campo de la Central Universitaria de Madrid convencida de que iban a vencer a Rumania. Era el penúltimo obstáculo en su carrera para conseguir el pasaporte a la Copa del Mundo que se iba a disputar al año siguiente en Japón. De ganar, solo le faltarían dos victorias ante rivales en teoría fáciles (Alemania y Bélgica) para lograr el gran objetivo. En el minuto 25 de la primera parte Los Leones iban por delante en el marcador 13-3, cuando ocurrió algo mágico. Un hecho que solo los jugadores de primera línea serían capaces de explicar. El árbitro había expulsado al ala Sebastián Ascarat, con el añadido de haber pitado un golpe de castigo que los rumanos convirtieron en una melé a cinco metros de la línea de marca española. Allí estaban como primer muro de contención dos pilieres, Jesús Moreno y Beñat Auzqui, acompañados del talonador Marco Pinto preparados para marcar territorio. Clavaron bien sus tacos en el césped y, con la ayuda de sus compañeros, no retrocedieron ni un milímetro. Fueron tres minutos de resistencia que se hicieron interminables. Un partido también se gana al margen de los ensayos o de patadas con el pie.
Uno de esos titanes ha decidido cortarse la coleta. Después de 28 años dando mucha guerra en los campos de rugby, Beñat Auzqui se retira. Su hoja de servicios es inmaculada. Siempre comprometido con todos los equipos donde ha militado. Nunca faltó a una cita con la roja cuando se le pidió, pese a los sacrificios que tuvo que hacer. Y eso que fue un jugador que llegó a militar durante cuatro años seguidos en el TOP 14 en las filas del Union Bordeaux Bègles (2013-2017) con el que disputó 59 partidos oficiales. Allí aprendió lo duro que es convertirse en profesional del rugby. “Antes, como amateur, había tenido que sacrificarme mucho porque por las mañanas iba a trabajar y por las tardes a entrenar”, recuerda. Todo cambió cuando firmó su primer contrato. “Te exigían estar siempre en las mejores condiciones, nada de al cincuenta por ciento, así que si quería jugar necesitaba estar siempre a tope”. Llegado el momento de la retirada, asegura sin vacilar: “todo lo que hice mereció la pena”.
Casado y con dos hijos (una niña de nueve años y un niño de cuatro), Beñat Auzqui admite que no se retira del todo. De hecho, para matar el gusanillo la próxima temporada planea jugar en un equipo de Fédérale 3 (la sexta división del rugby francés). A sus dos vástagos “todavía” no les ha llevado a practicar el deporte que le ha tratado tan bien, que hasta las lesiones siempre le han respetado en una disciplina con tanto contacto físico. “Es que los dos son muy pequeños”, se justifica. Ya fuera del rugby de élite, tiene muy claro lo que piensa hacer con su futuro profesional cuando termine su contrato con Dax porque acaba de superar unas exigentes pruebas que le habilitan para entrar este mismo año en el cuerpo de bomberos que tiene su ámbito de actuación en el departamento de Las Landas.
Beñat Auzqui nació el 1 de agosto de 1983 en Bayona, en territorio vascofrancés, “una buena zona para practicar rugby”, según dice, y de donde salieron otros históricos pilieres que lucieron la camiseta del gallo hace ya varias décadas como Peio Dospital o Pascal Ondarts. De familia euskaldun (vascoparlante), entiende “un poquito” de euskera aunque no lo domina lo suficiente como para hablar con corrección. “Date cuenta que llevo más de veinte años fuera de allí”. Eso sí, sus padres lo hablan “muy bien”. Lo de poder jugar con la selección española se lo tiene que agradecer a sus abuelos maternos. “Mi segundo apellido, Etchepare, viene de mi familia de Luzaide”. Se trata de un pequeño municipio fronterizo navarro que en castellano lleva el nombre de Valcarlos y que se encuentra en plena ruta del camino de Santiago. Cuenta la leyenda que muy cerca de allí cayó derrotado el ejército de Carlomagno en el año 778 en la batalla de Roncesvalles que enfrentó a francos y vascones. Por parte de padre “son todos franceses”, aclara.
Pese a haber nacido en Bayona nunca llegó a lucir la camiseta bleu et blanc del Aviron Bayonnais, ni siquiera en categorías inferiores. Su primer contacto con el balón ovalado fue a los diez años con el equipo de Donibane Garazi (Saint Jean Pied de Port), casualmente un pueblecito francés a menos de 12 kilómetros de distancia de Luzaide. “Ahora el equipo se llama Nafarroa, tras la fusión hace unos años del Baigorri y del Donibane Garazi”. De allí dio el salto a Dax para enrolarse con los sub 21, y ya en 2002 comenzó a jugar durante cinco años en Fédérale 2 con el Peyehorade, un pueblo situado en la región de Las Landas. Como seguía empeñado en triunfar en el mundo del rugby, Auzqui decidió emprender una nueva aventura que le llevó a estar otros cuatro años en el Tyrosse.
Fue en esa época cuando fue llamado por primera vez para lucir la camiseta roja de Los Leones. Lo recuerda todo con pelos y señales. “En 2010 mi hermano Mattin jugaba en ProD2 con Dax y el seleccionador Régis Sonnes le llamó para disputar un partido contra Canadá”, afirma. Tras aquel encuentro Mattin, un año menor que Beñat, comentó al técnico la posibilidad de probar a su hermano mayor. “Me llamó y una semana después debuté contra Namibia en un partido que jugamos en Palma de Mallorca”. De sus primeros pasos con la selección conserva “muy buenos” recuerdos como las dos ocasiones en que los Auzqui compartieron camiseta en 2011 durante el torneo del VI Naciones B. Deben ser ciertos esos buenos recuerdos porque en su perfil de Whatsapp todavía aparece una fotografía del ex internacional español junto a otros tres antiguos compañeros: Julen Goia, Guillem Rouet y Thibaut Vissensang.
En el plano deportivo, no se olvidará “jamás” de las victorias en Madrid con la camiseta de Los Leones contra selecciones que hace diez años tenían un enorme poderío “como Georgia o Rumanía”. Auzqui entró también en los planes del siguiente seleccionador Bryce Bevin. “Esa época fue bastante dura, y cuando se marchó muchos jugadores franceses ya no quisieron volver a la selección”. El sí lo hizo cuando en 2013 cogió las riendas Santiago Santos. “Fue fantástico participar durante casi nueve años con ese equipo y formar parte del sueño de poder regresar a una Copa del Mundo”. En total llegó a disputar 39 partidos en los que consiguió nueve ensayos.
El final de aquella historia con la derrota ante Bélgica es de sobra conocido. “Después del partido estaba muy triste. ¿Cómo se dice?, ¿cabreado?; pues eso, estaba muy cabreado”, admite el jugador. No todo fueron amarguras tras aquella derrota porque “una semana después nació mi hijo”. Eso fue lo que le ayudó a “pensar en otras cosas y dejar de lado mi enfado”. Sin embargo, aún muestra rabia por no haber conseguido el pasaporte que le hubiera permitido estar en Japón con sus compañeros. “Estábamos todos muy enchufados. Yo puedo decir que al cabo de una semana estaba ya muy contento por el nacimiento de mi hijo, pero la mayoría de muy compañeros lo pasaron muy mal”, evoca el pilier.
Auzqui no se muerde la lengua sobre lo ocurrido con la última decisión de World Rugby que ha dejado a España fuera de la Copa del Mundo que se va a disputar en su país el próximo año. “Estaba muy feliz cuando vi que ganaron a Rumania y Portugal, sobre todo por mis compañeros que hace cuatro años vivieron conmigo la frustración en Bélgica”. Tras el mazazo de la segunda desclasificación consecutiva advierte de que es “muy feo” lo que ha hecho el jugador de Alcobendas, en referencia a sudafricano Gavin Van den Berg. “¿Cómo es posible repetir dos veces el mismo error?, se pregunta. No encuentra ninguna explicación lógica al caso. “Lo que no entiendo es cómo un tío que conocía perfectamente los requisitos de elegibilidad no les comentó nada a sus compañeros”.
Confiesa que le ha dado muchas vueltas al tema y que aún no sabe “a ciencia cierta” el grado de responsabilidad en todo este tema tanto del club como de la Federación Española de Rugby. “Es que nunca llegaré a comprender cómo alguien que es consciente del esfuerzo que están haciendo sus compañeros fue capaz de seguir mirándoles a la cara y de ocultarles la verdad”. El caso es que, pese a estos tragos tan amargos, Beñat Auzqui, prefiere levantar la cabeza y hablar sobre la esencia del rugby. “Me enseñaron valores como la solidaridad y el de ayudar siempre al compañero porque tú puedes ser el mejor jugador del mundo, pero si estás solo, estás muerto”, añade para tratar de levantar el ánimo de la tropa.
Como aficionado al rugby se queda con la Francia de finales de los noventa cuando militaban en aquel equipo, entre otros, Thomas Castaignè, Fabien Galthie, Emile Ntamack, Oliver Magne o Fabien Peluos. “Recuerdo perfectamente aquel equipo que en 1997 y 1998 ganó la grand chelem y que un año más tarde perdió la final de la Copa del Mundo frente a Australia después de haber conseguido vencer a los All Blacks en las semifinales”. También como aficionado opina que las diferencias entre los jugadores franceses y españoles se van acortando, sobre todo a nivel técnico. “No sé ahora mismo por qué no hay más jugadores de la selección compitiendo en el TOP 14”. Existe otro factor que, según él, impide que los mejores jugadores se arriesguen a jugar con España: la ambición de Francia de captarlos para su selección. Es el caso del catalán Samuel Ezeala, un ala “muy bueno” del Clermont Auvergne de 23 años de edad, que aún no ha debutado con España a la espera de si algún día el conjunto del gallo tiene a bien convocarle.
Tras casi tres décadas toca acordarse de sus amigos, “la mayoría de los cuales los he conocido gracias al rugby”. Suele hablar o enviarse mensajes a menudo con ex compañeros de los otros clubes donde estuvo enrolado, como el Grenoble en ProD2, o de la selección como Jesús Moreno, Jaime Nava o Jesús Recuerda. “Al final somos personas que tenemos nuestras vidas organizadas a muchos kilómetros de distancia y muchas veces nos limitamos a enviarnos mensajes por Whatsapp para decirnos solo que todo está bien”, reflexiona en voz alta con cierta añoranza. De sus palabras irradia algo más que nostalgia cuando se refiere a la selección española de la que tiene recuerdos “muy fuertes” que nunca olvidará. Se refiere al primer partido que jugó con su hermano contra Rusia en 2012 “donde a la salida de una touche Mattin logró un ensayo” o el que él mismo consiguió frente a Rumanía en 2018 “con el campo del Central Universitario lleno y un ambiente fenomenal donde nos salió un partido perfecto”. Seguro que tiene más historias que contar. A partir de ahora, tendrá tiempo más que de sobra para hacerlo.
Jose Puerto
14 julio, 2022 en 9:49 pm
¡¡5elicidades, campeón!!. ¡¡Mucha suerte y gracias por defender nuestros colores, León!!!
Auzqui Nicole
15 julio, 2022 en 9:19 am
milexker, que articulo muy fuerte para una madre. Soy la madre de Benat y quiero comprar la revista donde aparece este articulo. Como puedo comprar lo .
Muchas gracias. Abrazos desde San Juan Viejo
Revista22
19 julio, 2022 en 12:59 pm
Nicole hola. Puedes obtenerla en https://www.revista22.es/numeros-atrasados/numeros-atrasados-2022/numero-135-mayo-junio-2022/