Tribuna abierta: Balones a palos

Por Javier Lorente, presidente de la Federación Navarra de Rugby.

Es el mantra más repetido en todos los terceros tiempos del mundo, especialmente cuando ya han caído dos cervezas: “El rugby no es un deporte, es un modo de vida y de valores”. Abrazados a nuestros rivales brindamos por el respeto al contrario, a las reglas, a quien arbitra y por tener la mejor afición del mundo. Con ese mantra, en una pequeña esquina de la península, con 600.000 habitantes, hemos logrado casi triplicar el número de personas adictas al oval en 6 años.

La mejor generación de deportistas del rugby navarro ha logrado ascender a la primera categoría en Sub-16 y Sub-18 y tienen hoy la sensación de que aquello de que éste es un deporte diferente es un cuento. El Comité de Disciplina Deportiva de la Federación Española de Rugby ratificó el pasado 28 de noviembre la propuesta de sanción a la Federación Navarra por los hechos acontecidos en los dos partidos que nos enfrentaron el 17 de noviembre a las selecciones de la Comunidad Valenciana, para una sanción de 600 euros en total.

Con 600 euros una federación como la nuestra puede hacer muchas cosas como alquilar un autobús para un desplazamiento de dos selecciones, una equipación completa para una selección u 8 equipos completos de rugby cinta para promoción en las escuelas. También, en cualquier almacén deportivo, 20 balones Gilbert Omega, el principal protagonista de esta historia.

Ese balón ha sido el elegido por la FER como oficial, y obligatorio, para todas las competiciones nacionales, incluido el Campeonato de Selecciones Autonómicas. La obligación se nos comunicó el pasado 25 de junio, acompañada de una oferta para adquirir el balón por 26 euros más IVA y una serie de descuentos cuantos más se adquirieran. Desde Navarra solicitamos que si eran obligatorios, se facilitara una cantidad de balones de manera gratuita, como hace la Federación Navarra de Rugby con sus clubes para sus competiciones. Finalmente, por 140 euros, nos enviaron 12 balones; 6 de talla 5 y 6 de talla 4, pese a que ninguna de las categorías en las que participamos utiliza la talla 4.

Precisamente, el error de uno de los delegados al recoger de la caja en la que llegaron los balones los 6 que estaban más arriba es el que provoca todo el problema, ya que eran de talla 4. Por ese error, los dos partidos no pudieron jugarse con el balón Gilbert Omega, pero sí se jugaron con balones de la talla correcta, peso y presión. Y además de la marca en cuestión: Gilbert. De esta supuesta infracción nuestras selecciones no sacaron ventaja alguna ya que sufrimos dos abultadas derrotas. Sin embargo, el CNDD nos sanciona con 200 euros por cada uno de los dos partidos, más otros 200 por no realizar el seguimiento del partido a través de la aplicación de la FER, pese a que el partido se transmitió en directo a través de la web de la federación y el Instituto Navarro de Deporte. Tampoco nos favorecieron las alegaciones presentadas por la Federación Valenciana, que recordó que ellos mismos habían comunicado a los árbitros y la FNR la obligación de tener los balones oficiales Gilbert Omega talla 5.

De los palos se aprende y para el próximo encuentro en el que recibiremos a la Federación Madrileña tendremos todo en orden. No obstante, si lo que busca la FER es, según nos dijeron, que se juegue con el mejor material y desarrollar su acuerdo con esta marca deportiva no parece que el palo sea el mejor método. Tendremos los 6 balones Gilbert Omega talla 5 para ese partido, pero nos pensaremos mucho tener uno más de los necesarios y así lo harán también nuestros clubes.

A una federación pequeña como la nuestra nos cuesta mucho sacrificio económico jugar un campeonato como éste, pero creemos que nuestros deportistas se merecían ese ascenso. Lo que nos hemos encontrado nos da mucho que pensar y una vez terminemos este campeonato deberemos reflexionar sobre el futuro. Veremos si lo que, quienes protagonizan el presente y futuro de nuestro deporte se encuentran en estas competiciones, se parece a los valores con los que se engancharon. Aquello que sus mayores les dijeron que era mucho más que un simple deporte.