Cada vez que arranca el Rugby Championship (antes Tres Naciones), huelga decir que Nueva Zelanda parte como favorita. 15 de las 22 ediciones han finalizado con el triunfo de los All Blacks, por cuatro victorias australianas y tres sudafricanas. Un dominio que se convierte en dictadura en esta década, ya que desde 2010 los kiwis solo han cedido una edición, en 2015 a los wallabies. Desde que el torneo es Rugby Championship, al entrar los Pumas, los All Blacks han ganado seis de las siete ediciones.
No obstante, lo realmente interesante de esta edición es la aportación de los nuevos seleccionadores, tanto el sudafricano Rassie Erasmus como el argentino Ledesma, y la cercanía del Mundial de Japón. Sudáfrica recupera a jugadores en delantera como Whiteley, Louw, Etzebeth o Marx que mejorarán las prestaciones de los springboks y les convertirán en un equipo dominante. Hay interés por saber si Erasmus será capaz de desarrollar un rugby más versátil que el clásico plan de juego físico con dominio de las fases estáticas. El rugby avanza hacia un modelo de juego integral con más variantes ofensivas y defensivas y los equipos que mantienen sus viejas propuestas se han quedado atrás.
Ledesma se estrena en el banquillo de los Pumas tras realizar una gran labor con los Jaguares. El legendario talonador tratará de recuperar la fiabilidad argentina en las fases estáticas, especialmente en una melé que pasó por ser seña de identidad del equipo y elemento desequilibrante en los partidos, y que en los últimos años perdió mucho protagonismo en su juego. La defensa y su ferocidad en el placaje es otro de los rasgos que necesita recuperar. A eso tratará de sumar el legado ofensivo que deja Hourcade, quien asumió la arriesgada e ingrata tarea de ‘modernizar’ el playbook de los Pumas. Si Ledesma rescata lo mejor de la Argentina que hereda y la estabiliza con el dominio en las fases estáticas que propone, Argentina volverá a ser un equipo competitivo muy difícil de doblegar.
Australia es una incógnita. El foco vuelve a centrarse en su tercera línea, donde regresa la pareja Hooper-Pocock. Genia sumará su 90° partido con la camiseta de los aussies y Michael Hooper jugará su primer partido desde junio. Además, Reece Hodge formará dupla de centros con Kurtley Beale tras las lesiones de Tevita Kuridrani y Samu Kerevi. ¿Podrán frenar a Nueva Zelanda? Para Bernard Foley «estos partidos se reducen a la defensa. No se trata de saber cuántos puntos puedes marcar, sino cuantos puede restringirles al rival. Eso es algo que aprendimos durante la serie de junio».
Nueva Zelanda se apoya en su dinámica devastadora, su tempo infernal de juego y la superioridad incontestable en el Súper Rugby de dos propuestas como las de Crusaders y Hurricanes. Una vez más destaca su segunda línea, donde Sam Whitelock y Brodie Retallick comenzarán desestabilizando el juego por el eje. Regresa Kieran Read y Beauden Barret contará con la complicidad en el mediocampo del jugador que mejores decisiones toma en el proclamado rugby moderno, Ryan Crotty. Cada ventaja que ganen será rentabilizada por su letal back-three, donde se echa en falta a Damian McKenzie: Ben Smith, Waisake Naholo y Rieko Ioane.
Los países del sur son bastantes más pragmáticos que los de norte, lo que nos permitirá ver pruebas, experimentos, alternativas en ataque y defensa y a jugadores especialistas de esos que entrarán en las listas para el Mundial de Japón como recursos exóticos. Hay muchos jugadores que aún debe ganarse su plaza en el Mundial y eso garantiza una edición divertida. Y todo arranca con una Bledisloe Cup en Sydney y después visita a Eden Park, donde no ganan los wallabies desde Septiembre de 1986 (9-22). Desde entonces ha perdido 17 partidos seguidos ante los neozelandeses.