Nunca había visto El Central de la Ciudad Universitaria así. Ni con Australia, ni con Gales, ni con Escocia, pero mucho menos con una selección del 6 Naciones B. La instalación – impecable en el terreno de juego – se desbordó por la ilusión que ha levantado un equipo, una familia, que nos va a devolver a una cita mundialista.
Durante muchos años – desde que en 2014 Santos cogiera la manija del equipo tras dilapidar nuestras opciones de estar en Inglaterra 2015 con una primera fase de clasificación nefasta – el grupo ha sufrido para reconstruir un equipo que desde dentro de nuestras fronteras muchos no sentían como suyos. Con el paso del tiempo, con los resultados, con el juego, y con el corazón que ha puesto este equipo cada vez que se han puesto la camiseta de Los Leones han ido ganando adeptos hasta devolver la ilusión y crear un futuro brillante para el rugby español. Es cierto que hay muchos frentes de nuestro rugby: Las Leonas, el 7’s, los Leoncitos, los clubes, sus canteras… pero es la selección nacional absoluta el buque insignia de nuestro deporte.
A lo largo del periodo de clasificación hemos tenido problemas para confeccionar el grupo. Durante muchas semanas nos hemos quejado al ver cómo las convocatorias se veían alteradas a última hora por la presión que los clubes franceses han hecho sobre sus jugadores. Pero de esa dificultad España – con el trabajo de la FER, Aguirre, los técnicos, manager – ha hecho virtud. Santos y su equipo han creado un equipo de casi 50 jugadores capaces de rendir al máximo nivel. Nos hemos adaptado a un entorno muy cambiante y de máxima exigencia para convertirlo en un arma y una fortaleza.
Todas esas cosas unidas son las que nos ha permitido adelantar a Rumania en carrera por la Copa del Mundo. Un equipo que tradicionalmente nos ha ganado y nos marcado una barrera psicológica que nos impedía acceder al siguiente nivel. Llegábamos en el mejor momento y con el mayor compromiso de nuestro equipo.
No piensen ustedes que sin el compromiso de los jugadores se hubiera podido soñar con esta Copa del Mundo. Las presiones de los clubes sigue siendo fuerte y son los jugadores quienes arriesgan sus contratos – algunos muy elevados cercanos a los 300.000€/año y con un salario medio que puede estar en torno a los 100.000€ – para representarnos por una mísera dieta de 75€ al día. Es por eso que la entrega y el sacrificio que han hecho todos estos jugadores debe conocerse. Situaciones como la de Jonathan García que se dejó la rodilla – triada – en Krasnodar y qué veremos qué consecuencias puede tener, son un claro ejemplo de lo que este equipo, esta familia, está dispuesta a sacrificar por España. Por llevar al rugby español a un nuevo escenario y oportunidades para que este deporte de equipo esté a la altura de los más grandes.
Estamos a dos partidos de volver a una Copa del Mundo. Todo está en nuestra mano para volver 20 años después a un mundial. El presidente Feijoo decía en una entrevista en AS a nuestro compañero José Antonio Vera: “En 1999 no aprovechamos la ocasión”. Hemos aprendido, tenemos más recorrido y ahora vamos a ser capaces de dar el salto definitivo. Hay que pensar en el futuro. Si estamos en Japón la FER recibirá 500.000 libras para la preparación de la RWC, pero se nos abre un nuevo horizonte en el que debemos hacer crecer nuestras estructuras centrando los esfuerzos a través de los clubes para que siga proliferando el talento y el volumen de jugadores.
Hoy – llenos de pasión y optimismo – celebramos el hito histórico de nuestros Leones, pero estos éxitos lo que nos depara es mucho más trabajo, más gestión, más visión empresarial, más dedicación, más compromiso. Compromiso como el que ha demostrado esta selección. Un compromiso que nos representa.
pibe
20 febrero, 2018 en 5:23 pm
¿Sonnes no se merece un recordatorio?
¿No decían algunos que venían por interés económico y prestigio?
Lo importante seguir adelante…