Segunda jornada del VI Naciones sin sorpresas. El partido del fin de semana, el que medía a ingleses y franceses en Twickenham, confirmó las expectativas. Los del XV de la Rosa volvieron a exhibir su defensa granítica, su potencia en las carreras interiores con los ball carriers y, sobre todo, su excelente trabajo táctico por fuera donde un día más Jonny May sacó petróleo en su carril.
Jacques Brunel tomó una decisión estrambótica al alinear cuatro centros en la línea y un ala en el zaguero. Y Eddie Jones trabajó una vez más ese desequilibrio con patadas, esta vez rasas y filtradas, a la espalda de un Penaud que sufrió de lo lindo. A los dos minutos May ya había posado un ensayo sin noticias de la segunda cortina defensiva francesa ni de Huget. Antes de finalizar el primer tiempo ya habían sumado el bonus ofensivo y May coleccionaba un hat-trick de ensayos.
Penaud dejó dos buenas carreras interiores como centro que es, pero sufrió mucho afuera, especialmente en un uno contra uno ante May que terminó con el 11 chapoteando en el ingoal francés. Los de la Rosa mostraron otra vez un rugby poderoso en el que no les importó entregar la pelota a una Francia con órdenes de salir de su campo en todo momento a base de patadas a la caja estériles. Hubo muchos placajes fallidos por ambos lados y otro buen partido de Henry Slade y Daly atrás. Inglaterra se fue al descanso 30-8 y pese a levantar el pie del acelerador terminó logrando su mayor triunfo en Le Crunch desde 1911 (44-8). Francia, por su parte, atraviesa por su peor momento de juego y resultados en décadas. La permanencia de Brunel ya está cuestionada y la pelota está en el tejado de Laporte, el hombre que dirige el rugby francés desde hace 12 años, como seleccionador, ministro de deportes o presidente federativo. Pinta realmente mal.
En el otro partido de la jornada Escocia no supo ganar a una Irlanda aún convaleciente del shock que le supuso caer en la primera jornada ante su gente. Los caledonios hicieron lo más difícil, ganar la conquista para abastecer de balón a su línea. Los de Towsend desplegaron en muchas ocasiones su ‘rugby running’ dentro de la línea de 22 irlandesa, pero insisten en correr de lado, en jugarse el uno contra uno sin generar espacios con movimientos corales y sin una lectura acertada de las defensas rivales.
Las dudas de la línea escocesa atrás fueron aprovechadas por los irlandeses muy temprano. A los 10 minutos Murray sacó rédito de un error de Seymour al recoger una patada de Stockdale, y seis minutos después era el propio Stockdale quien cazaba una pelota cruzada por Sexton para ensayar y poner el (3-12) al cuarto de hora. Desde ahí en adelante los de Schmidt se dedicaron a contemporizar y ver cómo los anfitriones de Murrayfield desperdiciaban una y otra vez sus posesiones. Escocia se desinfla con una derrota que les vuelve a dejar en tierra de nadie, un escalón por encima de Francia e Italia, pero lejos de galeses e irlandeses, y a un mundo de los ingleses, a los que se medirán en la jornada final.
En el tercer partido de la jornada Gales se deshizo de Italia con más problemas de los esperados. El pobre desempeño del XV del dragón se limitó a cuatro patadas en los primeros 50 minutos, que a esas alturas del partido sufrían (10-12) para doblegar a los azzurri. Dos ensayos de Adams y Watking les permitieron respirar en la segunda mitad y cosechar un pírrico triunfo (15-26) sin bonus ofensivo que no invita al optimismo ante la visita en la tercera jornada de los ingleses a Cardiff.