A Inglaterra la tumbó la cuña de su propia madera. Concretamente de Wigan, de donde procede la sapiencia defensiva de Shaun Edwards, el nuevo entrenador de defensa francés, ex de Gales los últimos 12 años. Francia defendió como hacía años que no lo hacía y dejó a Inglaterra a cero al descanso (17-0), algo que no pasaba desde hacía 32 años. Pero además se movió con la pelota haciendo justicia a su tradición evasiva.

Touch inglesa que no aciertan a asegurar los de la Rosa. / Photo JFS
El (24-0) que señalaba el marcador a la hora de partido era el fiel reflejo de lo que estaba ocurriendo en el campo. Toto Dupont ganaba la línea de defensa cada vez que se lanzaba a algún pasillo, Fickou encontró una y mil veces el intervalo, y Rattez fue un dolor de cabeza para los tres cuartos ingleses.
Pero fue delante donde el XV del gallo impuso su ley. Eddie Jones infravaloró a la delantera francesa colocando de 8 a un jugador sin aptitudes para ello como Curry. Feroz en defensa, pero plano en ataque. Sin volumen ni peso para condicionar la defensa contraria, los franceses le recibieron con un par de placajes ganadores de Le Roux que hicieron temblar los cimientos del rugby inglés.

Ollivon se lanza para anotar el primero de sus ensayos. / Photo JFS
Los delanteros ingleses perseguían fantasmas porque sus homólogos franceses movían con prestancia la bola para mantener la continuidad. En los puntos de encuentro el compromiso galo ganaba la batalla a la arrogancia inglesa y eso daba bolas limpias a Dupont, que se fue agigantando. Rattez rentabilizó un buen apoyo a los 5 minutos posando un ensayo, maniobra que replicó Ollivon en los minutos 19 y 54.
Inglaterra era un equipo a la deriva sin 8, con un medio melé mediocre (Ben Youngs que ronda las 50 caps), un apertura gris (Ford) y dos centros fuera de sitio. Dos ensayos de Jonny May que se fabricó él mismo (56′ y 64′) maquillaron el resultado. Pero nada borra la entusiasta imagen de una Francia comprometida y agresiva en los puntos de encuentro y de una Inglaterra sobreactuada con Curry de 8 y un zaguero Furbank, del que se habló mucho y demostró poco.
Francia sonríe, Inglaterra llora. Y Galthie celebra haber reclutado al hombre que los ingleses apodaron Man of Steel. Acero de Wigan y champagne francés, un buen maridaje.