Cuando acabas la primera parte teniendo más balón que el rival (56%) y jugando más tiempo en campo del contrario (60%) todo invita a pensar que la cosa va bien. Pero si el marcador señala un rotundo 0-31 y te han posado cuatro ensayos, la frustración te come en cada jugada. Eso le pasó a los sudafricanos en la primera parte, una selección en construcción que lleva un tiempo creciendo con el pretexto de ensamblar el dinamismo que han puesto de moda los Lions en su país con un tradicional juego de delantera más móvil que de costumbre.
Sin embargo, todo se explica con una palabra: Excelencia. Los All Blacks abrieron su manual de juego para deslumbrar con su continuidad. Cuando el placador llegaba, la bola ya volaba camino del apoyo, cuando el apoyo era frenado, el portador del balón ya había roto la línea de ventaja y volaba camino del ingoal bokke. Así una vez tras otra, con especial aporte en los apoyos de los delanteros kiwis. Al siempre dinámico Coles, se sumó un incontenible Retallick.
El festival comenzó con una ‘avivada’ de Aaron Smith, que sacó rápido un golpe y pateó a la espalda de la línea sudafricana, donde apareció Rieko Ioane. Luego llegaron los de Scott Barrett y Retallick para cerrar una primera parte que sentenció el duelo. Serios en las fases estáticas, presionando mucho a los springboks (13 pérdidas) y tres touches perdidas en esos primeros 40 minutos y los kiwis sacando la bola fuera de las zonas de combate rápido para forzar los errores de placajes de los bokkes (17 pobrísimos placajes de 36). En resumen: 31-0 al descanso para los All Blacks.
La segunda parte siguió la misma deriva. Cuatro ensayos más para un 57-0 final que retrata la distancia sideral de Nueva Zelanda y el resto de selecciones del hemisferio sur, que en circunstancias normales solo tendrían problemas con Inglaterra en el norte. Los All Blacks mantuvieron activado el modo Demolition y siguieron sumando ensayos delante y defendiendo el 0 de su marcador en defensa. Hombres contra niños.
Ese cero duele más a los sudafricanos que los 57 puntos recibidos porque descubren la verdadera distancia que existe con estos All Blacks que son el mejor equipo que haya saltado nunca a un campo de rugby. Eddie Jones trabaja a destajo para tratar de descifrar la fórmula del éxito de los neozelandeses con una fecga en la cabeza: el 10 de noviembre de 2018. El día que los All Blacks visitarán Twickenham para medirse al XV de la Rosa cuatro años después. Todo lo demás serán exhibiciones y fuegos artificiales de esta Nueva Zelanda que solo despierta una duda: ¿es mejor en defensa o en ataque?