Nueva Zelanda vengó la histórica derrota ante los Pumas (0-38) con una victoria muy seria ante un equipo argentino que no tuvo opciones ante un rival muy superior. El partido comenzó con un emotivo homenaje de los All Blacks a Maradona, dos referentes del deporte juntos. Fue el único momento amable para los sudamericanos, que después vieron como interpretaban el Kapa O Pango y a partir de ahí nada fue amistoso por parte de los kiwis.
Posesión, territorialidad y, sobre todo, agresividad en defensa y en ataque. Los contactos de los neozelandeses eran tan contundentes como lo fueron los de los Pumas en el partido de Sidney. Lucas Paulos, el jugador criado en Majadahonda, debutaba en un partido grande contra los All Blacks en el partido más complicado posible.
Mucho ritmo, mucha velocidad en las apariciones de los apoyos y mucho trabajo cerca de los puntos de encuentro para no ralentizar el juego, como ocurrió en el anterior partido. Dan Coles anotó el primer ensayo a los 13 minutos premiando el dominio kiwi. Pudo subir el segundo Caleb Clarke, pero cometió una irregularidad antes de posar y se quedó sin el premio. Hubo que esperar a la segunda parte para que Ardie Savea anotase el segundo en una gran salida de touch a cinco del ingial puma.
El bonus tuvo que esperar a la salida de la segunda unidad kiwi. Con Nueva Zelanda destrozando a los argentinos en las fases estáticas, con especial incidencia en las melés, y con los Pumas viendo cómo se le caían las pelotas de las manos, apareció Will Jordan. El back de los Crusaders anotó dos ensayos en menos de diez minutos. El primero recogiendo una pelota suelta y el segundo rentabilizando un robo de bola.
Partido sin historia y victoria muy solvente de los Al Blacks que alejan fantasmas y derrota para unos Pumas cansados por la exigencia de los partidos y dominados en delantera y en los puntos de encuentro, pilar de su juego. El ensayo final de Tuipolotu coronó la paliza de los All Blacks a los Pumas para vengar su derrota en Paramatta.