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Alerta roja: Coronavirus

Cuántas ganas de rugby. Ya metidos en agosto deberíamos pensar en pretemporada, en los fichajes, en la Supercopa, en las nuevas equiparaciones de los equipos, en renovar el carnet de tu club para no perdernos un partido, en sacar la ficha de los niños y renovar la ilusión los más pequeños por esto del melón. Pero la sensación general viendo cómo este maldito virus se está comportando es de extrema preocupación deportiva, sanitaria, social y económica para el rugby español.

Los datos oficiales del Ministerio de Sanidad marcan que hemos superado los 300.000 contagiados – 302.814 casos de coronavirus diagnosticados por PCR exactamente – desde el inicio de pandemia y que la cifra de fallecidos oficial es ya de 28.498. Con este panorama y viendo lo qué está sucediendo en otros deportes que cuentan con infinidad más de recursos que la ovalada nos enfrentamos a una incertidumbre que ha hecho saltar las alarmas rojas en los clubes. 

La semana pasada se llevaba a cabo – el pasado jueves – una nueva sesión de trabajo de la comisión de reinicio de la competición en la que se decidía – momentáneamente – mantener la fecha de inicio de la competición de “élite” de España para el próximo 11 de septiembre pero emplazándose a una nueva reunión el próximo 13 de agosto en el que se tomaría una decisión definitiva sobre el calendario que se propondría a votación a la Asamblea General el próximo 22 de agosto. 

La preocupación sanitaria es clara. Estamos en un entorno en el que los contagios siguen avanzando – por encima de los 2.000 al día – y algunas Comunidades Autónomas han dispuesto normativas restrictivas y sancionadoras para los incumplan las medidas sanitarias. Volviendo al rugby – que es lo que nos ocupa – esta mañana hablaba con un jugador francés y me contaba que llevaban ya 4 semanas entrenando y que están listos para afrontar el inicio de la competición. Y es que el caso de las ligas profesionales europeas no es comparable a la realidad de la competición nacional. Tanto en Francia como en Inglaterra tienen previsto dar luz verde al rugby a finales de agosto o principios de septiembre realizando PCR periódicos y masivos a los jugadores. En ProD2 – por ejemplo – serían test semanales. 

¿Cómo podrían afrontar los clubes españoles algo parecido? No podrían. El coste medio de un test PCR – con una simple búsqueda en google en Madrid – es de unos 100€. Según hemos podido saber la FER habría llegado a un acuerdo con la Universidad de Granada para conseguir una mejora muy competitiva en ese precio pero que aún así hacen totalmente inviable e inasumible la carga para las maltrechas arcas de los clubes. 

Es más, estamos pensando en volver al rugby de élite pero nos olvidamos de lo más importante: La base. ¿Qué clubes de élite pueden permitirse el desarrollo normal de la competición élite sin los ingresos que generan sus estructuras de base dentro de sus presupuestos? Pocos, o ninguno me atrevería a decir. Sería una auténtica condena para los clubes – un lastre presupuestario enorme – que empiece el rugby de élite pero que no lo hagan las escuelas y academias. La dependencia económica de las licencias del rugby base es clara, pero es que además hay otra amenaza más: ¿Qué pasa si en las edades de base y academia están otro año más alejados del rugby? La merma de jugadores puede ser enorme. La contracción del rugby español puede tener un impacto que nos haga retroceder a niveles de décadas atrás. 

De momento – y como decía un poco más arriba – el 20S es el día designado para el “kick-off” de la División de Honor. ¿Qué puede pasar el día 13 de agosto? Lo que está claro es que las decisiones a tomar deben atenerse siempre a la evolución del virus, y a los protocolos que designen las instituciones competentes en materia sanitaria – el Ministerio de Salud – y deportiva, el CSD. 

Esta semana la FER lanzaba la campaña ‘Pasa el balón y pasa este mensaje: juega al rugby, pero sin contacto’, en la que invitaban a participar a todos los estamentos del rugby español, con las federaciones territoriales y los clubes a la cabeza.

En la primera parte de la mencionada Guía de recomendaciones para la vuelta a la competición COVID-19 se puede encontrar toda la información para los involucrados en el juego. Desde jugadores y staffs técnicos a árbitros, directivos y aficionados. En la segunda, se ofrecen una serie de recomendaciones para los jugadores más jóvenes que permitirán retomar la actividad de las escuelas de rugby de una forma totalmente segura. El objetivo es dar la confianza necesaria a los entrenadores, los jugadores y sus familias para que así lo perciban. Recordaban algunos de los consejos para que la vuelta a los entrenamientos sea lo más segura posible. Lo que en estos momentos se debe y lo que no se debe hacer, como tocar, agarrar, placar, empujar y levantar. Es decir, evitar el contacto.

Si a poco más de un mes el menaje es: “Evitar el contacto”: ¿Cómo van a volver los equipos de “élite” a la competición sin la preparación adecuada? ¿Cómo podemos garantizar el acceso escalonado al contacto en toda España cuando la evolución del virus es diferente en cada Comunidad Autónoma? ¿Cómo viajamos: Dos autobuses por equipo, habitaciones individuales, PCRs para todos – jugadores y staff – cada jornada? ¿Quién paga la fiesta? ¿Qué plan de contención económico, sanitario y social propone la FER a los clubes?

Parece utópico pensar en que el 20S el rugby comenzará en España. Es más, según hemos podido saber desde Veintidós podríamos estar hablando de un escenario de que no hubiera rugby hasta 2021. En ese caso: ¿Qué pasa con la ventana internacional que World Rugby ha abierto desde el 24 de octubre al 7 de diciembre en la que España debe recuperar las fechas 6NB perdidas y jugar test de preparación para la fase de clasificación para la Copa del Mundo 2023, o la clasificación para la Copa del Mundo de NZ 2021 de las Leonas? A nivel clubes, creo que puede ser medianamente sencillo: No hay rugby, no hay contratos, se amortigua la carga económica y de los gastos. Pero: ¿Qué pasa con los jugadores internacionales? ¿Quién y cómo se hacen cargo de ellos? 

La incertidumbre ha hecho saltar la alarma roja del coronavirus en el rugby español. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS decía ayer: “No tenemos una bala de plata en este momento y quizás nunca la haya” contra el COVID-19. Entonces, ¿qué hacemos? Ya se trabaja en diferentes escenarios, con la complejidad y falta de previsión que el virus nos condiciona. ¿Esperamos a la vacuna? Mientras cada día que pasa con esta incertidumbre lastra considerablemente la capacidad de los clubes que al fin y al cabo son los cimientos de nuestro rugby. Sin niños jugando al rugby no hay promoción, no hay ingresos, y hace inviable el rugby de élite. La falta de rugby frena también el interés de los patrocinadores y las inversiones en el oval. Nunca antes nos habíamos tenido que enfrentar a un enemigo tan devastador. Esperamos estar a la altura, porque sí de algo estoy convencido es: que si el coronavirus no nos mata, nos hará más fuertes. 

Director Editorial & Publicidad de La Revista 22

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