Es admirable el desahogo con el que gestiona Gloucester las decisiones comprometidas. Su tendencia a arriesgar genera una incertidumbre constante en la defensa rival, que nunca espera una toma de decisiones académica de los chicos de Johan Ackermann, pero dispara la ansiedad de su hinchada temerosa de que su equipo se pegue un tiro en el pie. Imbuidos por el estilo que llevó a los Lions a convertirse en el equipo más eléctrico del Súper Rugby, los ingleses (han escuchado bien, los ingleses) salieron a San Mamés a desorientar a los rocosos Cardiff Blues.
Los galeses plantearon el encuentro con su seriedad habitual. Ni tan siquiera la notabilísima lesión de Navidi les afeó el gesto. De hecho, cobraron ventaja por una indisciplina rival. Sin embargo, poco duró la calidez en el marcador a los Blues, amarillentos sobre el césped bilbaíno. Una pelota rápida, como casi todas las que gestiona Braley, terminó con una tensa de Billy Burns a la espalda del ala galés que pescó Trinder. Kicking game para desmontar la línea de Cardiff. Solución neozelandesa para un equipo inglés entrenado por un sudafricano. La globalización oval es un hecho.
Gloucester desplegaba su arsenal de recursos ofensivos ante unos Blues que volvían a acercarse al marcador con otro golpe. Rebasado el ecuador de la primera mitad, el escenario no se descomponía para los celtas. Sin embargo, lo realmente relevante es que los de Ackermann habían comenzado a monopolizar la posesión y Cardiff comenzó a sufrir. El ofensivo Anscombe corría de un lado a otro persiguiendo patadas a la espalda de sus alas y Braley alejaba los balones del ruck con tensas que permitía proponer cosas a su profunda línea.
En el minuto 36 el marcador señalaba un engañoso 6-10 cuando Twelvetrees ganó la línea en sus 40 fijando después a un segundo defensor para generar la ventaja que mantuvo viva Braley con su apoyo al ala y posterior pase a Atkinson. Un doloroso 6-17 que redondeó segundos más tarde el propio Twelvtrees con una coz lejana. Gloucester había roto el partido en tres minutos (6-20), pero la realidad es que la posesión era inglesa y los de Ackermann no hacían más que generar dolores de cabeza a lo galeses.
Del vestuario salió Cardiff feroz. No habían pasado 90 segundos de la segunda parte cuando Tomos Williams, el medio melé de los Blues, persiguió con fe una pelota que terminó posando gracias a su buen manejo del pie. Los galeses se volvían a meter en el partido (13-20), restaba saber si serían capaces de robarle la pelota a su rival y trabajar confortablemente el eje sin sobresaltos camino de las zonas más vulnerables de Gloucester.
Sorprendentemente Cardiff se vino arriba. Una indisciplina de la delantera inglesa fue cobrada por Jarred Evans (16-20) y en el minuto 55 el apertura clavaba un pase raso a la espalda de la línea inglesa que Garyn Smith utilizó para dar la vuelta al marcador. Cardiff había entendido que teniendo la pelota minimizaba el riesgo y si ponía presión a la defensa inglesa podía ir arañando puntos en sus visitas a la 22 de Gloucester. Del 6-20 se pasó al 23-20.
Herida en su orgullo, la delantera cherry and white armó un rabioso maul en una touch a 5 de la zona de marca galesa. El talonador Hanson condujo el tractor hasta el ensayo y Twelvetrees sumó la conversión (23-27, minuto 58). No parecía un escenario interesante para los sobrios Blues, pero el partido se había descosido y el título de la Challenge pasaba por ganar la posesión. Unos para defenderse atacando y otros para atacar defendiéndose. Gloucester rascó otro golpe que rentabilizó un eficaz Twelvetrees (23-30). El duelo se convertía en un combate con dos púgiles sonados lanzando golpes indiscriminadamente. Tenía más pólvora Gloucester, pero perdía la distancia y eso le costaba indisciplinas que mantenían vivo a Cardiff.
Los Blues se marcharon con todo arriba. Dispusieron de varias ocasiones de ensayar, desplegando con maestría la segunda cortina de línea de tres cuartos. Pero no fue hasta el minuto 76, después de que Ludlow dejase a los ingleses en inferioridad, cuando una jugada llevada de una lado al otro del campo terminó con Scully posando en el banderín. Una transformación demasiado comprometida para Anscombe, que no pudo sumar y dejó el partido abierto (28-30) a falta de cinco minutos.
Sin embargo, otra estampida de Cardiff arañó un golpe esquinado para Anscombe, pero este en su perfil bueno. Y el neozelandés pasó de villano a héroe. Cardiff ganaba la Challenge con un marcador alto porque Gloucester se había disparado en el pie. Segunda derrota consecutiva en la final de esta competición. Los galeses jugaron a la ruleta rusa y ganaron.
BLUES: Rhys Gill, Daey, Filise, Seb Davies, Turnbull, Navidi, Ellis Jenkins, Nick Williams; Tomos Williams, Jarred Evans; Scully, Halaholo, Lee-Lo, Lane; Anscombe. También Myhill, Thyer, Andrews, Welch, Robinson, Williams, Smith y Morgan.
GLOUCESTER: Hohneck, Hanson, Afoa, Slater, Galarza, Polledri, Ludlow, Ruan Ackerman; Braley, Billy Burns; Trinder, Atkinson, Twelvetress, Marshall; Woodward. También Matu’u, Ruskin, Balmain, Thrush, Morgan, Vellacott, Symons, Hudson.
Árbitro: Jerome Garcés (Francia). Amarilla a Ludlow (74′)
Estadio: San Mamés. 25.000 espectadores.
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Fermín de la Calle, Periodista en EuroSport, El Confidencial, Revista 22
Si hablas de rugby y periodismo en España tienes que hablar de Fermín de la Calle. Desde su etapa en las páginas del diario As, este andaluz llevaba el rugby del V Naciones, con la complicidad de Relaño, a los hogares españoles.
Llegó tarde al rugby que descubrió en Irlanda donde pagó una factura muy cara en forma de fractura de fémur. Desde entonces el veneno entró en su cuerpo y hoy en día sigue jugando – como tercera reconvertido – en su querido CR. Tres Cantos.
Canal+, Eurosport, Cadena Ser, Diario AS, y un amplio abanico de medios generalistas audiovisuales han reconocido en él la voz más autorizada del rugby español. Su blog ‘Patada a Seguir’ – pionero en España – arrancó en 2007 y desde entonces siempre ha estado metiendo el hombro en iniciativas como la Superibérica, con el programa Hemisferio Rugby junto a Michael Robinson o en las páginas de Revista 22 sin fallo en los 86 números que llevamos.
De la Calle, por su manera de entender el periodismo, siempre ha contado con la información más delicada y comprometedora del oval. Querido y odiado, nunca deja a nadie indiferente. Sin embargo, todos acuden a sus informaciones para ver qué se cuece en los fogones del rugby español. Consultado en innumerables ocasiones por empresas patrocinadoras e instituciones sobre la realidad de nuestro deporte, contactos que bien le podrían haber revertido ingresos económicos notables si los hubiera facturado como consultorías. Altruista y solidario es un exponente de los valores del deporte que ama. Como muestra fue uno de los primeros en remangarse para ayudar a las víctimas del tren de Santiago de Compostela organizando un torneo benéfico.
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Durante los últimos años ha librado cruzadas con diferentes dirigentes y representantes, velando por sus convicciones y por lo que él entiende que es el bien común del rugby español. En muchas de ellas le acompañamos.
La estirpe De la Calle perdurará y sus hijos ya recorren los campos de Andalucía con un melón bajo el brazo. Ha sido recientemente nombrado embajador de la marca Canterbury en España y este 2017 podréis verle y escucharle en Movistar+ con el 6 Naciones y en Eurosport con la Liga de División de Honor.